Cuentan que hace unos tres años, después de la boda de la hija de Juan Collado, donde cantaron duetos Julio Iglesias y Enrique Peña Nieto, y posteriormente aparecieron fotos del gran convivio, le mandaron decir al expresidente desde Palacio que no le “chiflara tanto al tigre”. Se entendía: una cosa es que rigiera el pacto de impunidad que se consumó, o en enero-febrero de 2018, o desde meses antes en 2017, y otra muy diferente es que se pavoneara con sus amigos, su nueva novia, sus festejos a plena luz del día, casi retando a la 4T.
Puede o no ser cierta la anécdota, pero en todo caso lo que sabemos es que poco tiempo después Peña Nieto se exilió en España, donde pasa la mayor parte del tiempo, aunque también vacaciona en La Romana, República Dominicana. Todo esto viene a colación porque de repente, hoy mismo, la 4T —a través de su fiel militante el director de la UIF, y la Fiscalía General de la República— anuncia que ha abierto dos carpetas de investigación contra Peña Nieto por supuestas transferencias indebidas y participación en empresas que obtuvieron contratos indebidos durante su sexenio. Al igual que en todos los demás casos de corrupción en la época moderna de México, es decir, desde Echeverría hasta López Obrador, las acusaciones de corrupción que esporádicamente se han formulado contra funcionarios del régimen anterior pueden ser a la vez ciertas y, en realidad, políticamente motivadas. En este caso me parece que la motivación política es evidente.
Todos sabemos que la elección para la gubernatura del Estado de México el año entrante es el preludio de la elección presidencial de 2024. Todos sabemos que para la alianza Va por México es prácticamente un asunto de vida o muerte ganar en ese estado. También sabemos que la candidatura deberá ser para el PRI, por una sencilla razón: el gobernador saliente, Alfredo del Mazo, sólo apoyaría a un candidato del PRI que fuera el suyo o, más bien, la suya. Y todos sabemos, por último, que la tentación para Del Mazo de entregar al estado, o empinar a la alianza, es muy grande.
Al mismo tiempo, es evidente que un hijo y nieto de gobernador no se sentiría muy cómodo que digamos siendo el que le entregó la joya de la corona nacional a la oposición, y en particular a la 4T. Asimismo, no cabe mayor duda de que Peña Nieto y Del Mazo, relacionados familiar y políticamente, quieren proteger al máximo las cuentas de Huixquilucan, de Toluca e incluso de Los Pinos. Ni Peña, ni Del Mazo, ni Alito, ni la alianza, ni nadie, quieren que Morena gane en el Estado de México, sobre todo si va a ser gobernado por una analfabeta como Delfina.
En la lucha por convencer a Del Mazo de que apoye a la alianza con una candidata suya, o que no se preste al tipo de jugadas como la de Alejandro Murat en Oaxaca, Peña Nieto juega un papel fundamental. Desde Madrid habla con gente, recibe a gente, actúa políticamente. No lo hace a nivel nacional, sólo a escala del Estado de México, pero no es cualquier estado. Resulta especialmente difícil imaginar que, después de cuatro años de vigencia del pacto de impunidad, de repente éste parezca romperse en el mismo momento en que Peña Nieto vuelve a la política mexiquense y que lo que está en juego en su estado sea decisivo para la elección presidencial de 2024. ¿De veras la acusación de UIF y de la FGR no tiene nada que ver con esto?
Peña Nieto ya dijo que demostrará su inocencia o, lo que él llamó, “la legalidad” de su patrimonio. En realidad, en un país normal no tendría por qué hacerlo. Al contrario, el gobierno tendría que demostrar su culpabilidad o la ilegalidad del patrimonio en cuestión. Sabemos que nada de esto tiene la menor importancia. De lo que se trata es que se esté quieto en el Estado de México y que permita, o coadyuve, a que Del Mazo apoye a Morena en los hechos, si no es que a cielo abierto. Veremos en los días y en las semanas que siguen, y sobre todo en la elección del año que entra, si la jugada, cínica y hábil como todas las de la 4T, funciona: si Del Mazo apoya a Alejandra del Moral o a Delfina. Y veremos si, de repente, en unos días o semanas, la UIF y la Fiscalía deciden desistirse de su acusación contra Peña, o simplemente dejar que duerma el sueño de los justos.