El Estado de México mañana no es un laboratorio. Es un ensayo general de la elección de Estado que será la presidencial del año entrante. Se trata de comprobar que gracias a la utilización masiva de los recursos —humanos y fiscales— del Estado se puede asegurar la victoria de una candidata en buena medida impresentable. Junto con enormes cantidades de dinero, de funcionarios, de tiempos eternos de la mañanera, las violaciones flagrantes a las normas y leyes electorales por parte de López Obrador y Morena deben bastar para arrastrar a Delfina por la recta final y cruzar la meta, aunque sea de panzazo. Si suena parecido a lo que ocurrirá en 2024 con Morena y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México —que no es impresentable pero también es mala candidata— es porque de eso se trata: de afinar, perfeccionar, corregir, aceitar la maquinaria de la elección de Estado.
La 4T no tiene llenadera. Además de abusar de los tiempos de elección, de usar las mañaneras para llamar a votar por Morena, resulta que hasta falsificaron encuestas —y fueron sancionados por ello— para generar esa sensación de triunfo ineluctable que también prepara Morena y al que se prestan —conscientemente o no— desde ya encuestadoras, medios, columnistas ingenuos, corresponsales extranjeros y empresarios. No se había visto algo semejante desde 1994, pero todo lo sucedido hasta ahora en el Edomex se achica frente a lo que padeceremos el año que viene.
Por eso es tan importante subrayar una tesis evidente, simple, y correcta: si gana Morena el domingo, habrá vencido en una elección de Estado, no en una contienda pareja. Si triunfa con un margen estrecho, los resultados sugerirán que la maquinaria no está lista, y que habrá que mejorarla. Y si pierde, será a pesar de la elección de Estado, y del hecho innegable de que el gobernador se lavó las manos. Pero con mucha mayor razón AMLO tendrá que poner manos a la obra y casi arrancar desde cero.
Se podrá replicar: ¿y Coahuila qué? La diferencia radica justamente en la actitud del gobernador priista. Riquelme hizo mucho más que Del Mazo. El empate Edomex-Coahuila sería una muestra de que aun contra la elección de Estado se puede ganar —Coahuila— o perder por poco —Edomex— si se conjugan otras circunstancias. Pero no hay que equivocarse: hemos retrocedido a las elecciones anteriores a 1997. Salvo que estamos en 2023, y a Morena se le ven las enaguas.